top of page

"La nueva revolución en el transporte no será tecnológica. Será de comportamiento."

  • Mobs2
  • 14 ago
  • 5 Min. de lectura
Hoy, en el boletín de MOBS2, compartimos el discurso que Rebeca Leite, codirectora general de MOBS2, pronunció en el Seminario Nacional de la Asociación Nacional de Empresas de Transporte Urbano, celebrado en Brasilia los días 12 y 13 de agosto de este año. El texto es impactante y visionario. Les recomendamos leerlo.
Rebecca Leite

Discurso de Rebeca Leite en Brasilia – 12 de agosto de 2025


"No, no fue casualidad que viniera aquí con estas gafas de sol Ray-Ban."


Durante mucho tiempo, este nombre fue sinónimo de buen gusto y de proteger los ojos de los rayos solares. Hoy en día, siguen cumpliendo esa función… pero van mucho más allá. Las gafas que llevo ahora son unas Ray-Ban con inteligencia artificial, desarrolladas en colaboración con Meta. Graban y analizan mi entorno y, lo más importante, aprenden sobre mi comportamiento en tiempo real.


¿Por qué empiezo con esto? Porque este sencillo objeto, que antes solo servía para proteger nuestra vista, ahora es capaz de registrar patrones, comprender reacciones y ofrecer respuestas inteligentes. Es un símbolo de la época en que vivimos: la tecnología ha dejado de observar únicamente el mundo que nos rodea… y ha empezado a observarnos a nosotros. Y este cambio está presente en todas partes: en la sanidad, el comercio, la industria… y, por supuesto, el transporte.


Pero se está produciendo una transformación aún más profunda, una que casi nadie percibe. Una revolución silenciosa e invisible: la revolución del comportamiento. Porque detrás de cada máquina, aplicación o sistema sofisticado… sigue habiendo un ser humano tomando decisiones. Y de eso hablaremos hoy: cómo comprender, medir y transformar el comportamiento es lo que realmente cambia los resultados, sobre todo en el transporte de pasajeros y mercancías.


Cuando se trata de innovación en el transporte, la imagen que a muchas personas les viene a la mente es siempre similar: vehículos modernos, sistemas integrados de última generación y aplicaciones con interfaces atractivas y repletas de funciones.


Pero lo cierto es que nada de esto, por sí solo, garantiza un mejor resultado. Al fin y al cabo, un autobús nuevo, un camión tecnológico o una motocicleta equipada con sensores no cambian, automáticamente, la forma en que se conduce. La verdadera innovación comienza con una pregunta sencilla, aunque compleja: ¿Cómo se comportan las personas al volante?


En los últimos años, el transporte se ha adaptado a la era de los datos. Hoy en día, casi todo tipo de flota cuenta con GPS, sensores de rotación, cámaras y telemetría a bordo. El problema radica en la enorme diferencia entre recopilar datos y transformarlos en información útil. Y es aquí donde muchos sistemas se detienen a medio camino. Capturan información, la muestran en gráficos, la almacenan en informes, pero no hacen nada para cambiar la realidad que estos datos revelan. Porque los datos, por sí solos, no educan. No inspiran. No corrigen. El verdadero desafío consiste en transformar cifras y alertas en acción, en aprendizaje, en un cambio de rumbo, tanto en el sentido literal como en el conductual.


Para comprender la magnitud de este desafío, consideremos un ejemplo sencillo. Imaginemos una flota que recopila miles de registros de telemetría a diario: exceso de velocidad, frenadas bruscas, ralentí, aceleración excesiva. Estos datos muestran claramente dónde reside el problema, pero por sí solos no lo solucionan. Sin una acción inmediata, el conductor seguirá cometiendo los mismos errores y la empresa continuará acumulando costes y riesgos.


Aquí radica un punto crucial: el tiempo transcurrido entre la aparición del problema y la intervención correctiva. En muchos modelos de gestión, la corrección se produce semanas después, en una reunión o sesión de formación general. Durante ese intervalo, el conductor ya ha repetido el error decenas, quizá cientos de veces.


Ahora, imaginemos el escenario inverso: cada vez que se produce un error, el conductor recibe información personalizada, adaptada a su comportamiento, y orientación específica sobre cómo corregirlo. Esto no es solo tecnología. Es tecnología con un propósito. Crea un ciclo continuo de observación, corrección y mejora. Y cuando esa respuesta es rápida, personalizada y recurrente, los resultados empiezan a cambiar. Menos incidentes. Menos desperdicio. Más seguridad. Más eficiencia. Todo porque alguien decidió que los datos no solo sirven para registrar lo sucedido, sino para cambiar lo que sucederá en el futuro.


Cuando la tecnología se utiliza para generar acciones —y estas están diseñadas para modificar comportamientos— los resultados son evidentes. En operaciones que han adoptado este modelo de intervención rápida y personalizada, hemos observado reducciones constantes de hasta un 75 % en accidentes graves en rutas de alto riesgo. También hemos registrado una disminución de más del 60 % en incidentes por kilómetro recorrido, lo que se traduce en un menor desgaste mecánico y un mantenimiento más predecible. Y el impacto no se limita a la seguridad: existen casos con ahorros de combustible de hasta un 25 %, gracias a una conducción más consciente.


Además, existen efectos intangibles que se traducen en beneficios concretos:


1. Mayor puntualidad en las entregas o en los horarios de transporte;

2. Reducción de las ausencias debidas al estrés o la fatiga;

3. Mayor compromiso y sentido de responsabilidad entre los conductores;

4. Mayor satisfacción del cliente o pasajero, porque la experiencia se ve directamente afectada por cómo actúa el conductor.


Estos resultados no son fruto del azar. Son consecuencia de un método: observar, interpretar, intervenir y volver a medir. Se trata de un ciclo continuo de mejora que transforma la operación desde dentro.


La próxima revolución en el transporte no será meramente tecnológica, sino conductual. Podemos invertir en vehículos más modernos, sistemas más sofisticados y aplicaciones cada vez más completas, pero nada de esto alcanzará su máximo potencial si no hay un cambio en la forma de pensar y actuar de quienes conducen estos vehículos. Porque, en esencia, el transporte no se trata de las máquinas, sino de las personas. Y es la toma de decisiones humanas la que, en última instancia, determina si un viaje es seguro, si se desperdicia combustible, si se cumplen los plazos y si el cliente o pasajero llega satisfecho.

Cuando los conductores comprenden el impacto real de cada decisión —cada giro, cada aceleración, cada segundo al ralentí— empiezan a actuar con mayor consciencia. Cuando se dan cuenta de que se les observa, se les reconoce y se les apoya, se involucran y mejoran. Y cuando existe un sistema que transforma los errores en oportunidades de aprendizaje, la evolución deja de ser una meta lejana y se convierte en una rutina diaria. Este es el verdadero poder de cualquier innovación en el transporte: el poder de cambiar mentalidades y hábitos, para que la tecnología pueda cumplir todas sus promesas.


Si algo nos enseña la experiencia en el sector del transporte, es que los datos por sí solos no cambian nada. Revelan el problema, pero no lo solucionan. Lo que transforma el panorama es cómo actuamos al respecto y, sobre todo, cómo preparamos a las personas que están en el centro de todo. Y aquí reside el mensaje más importante que quiero compartir con ustedes hoy: la verdadera transformación comienza donde nadie la ve. Comienza en lo invisible. Comienza con el comportamiento. La tecnología nos permite ver con claridad. Pero es la educación la que nos da la capacidad de actuar con inteligencia.


Al combinar ambas tecnologías, podemos reducir costes, aumentar la eficiencia, mejorar la experiencia del pasajero y, sobre todo, salvar vidas. Esta es la visión que impulsa MOBS2. No somos solo un proveedor de telemetría. Somos un socio estratégico que ayuda a empresas y directivos a transformar los datos en acciones, las acciones en aprendizaje y el aprendizaje en resultados tangibles.


Si su organización desea dar el siguiente paso y transformar no solo la flota, sino también a quienes la operan, nuestra invitación es sencilla: hagamos realidad esta revolución invisible y hagámosla visible en sus resultados. Soy Rebeca Leite, codirectora ejecutiva de MOBS2, una empresa que ha revolucionado la gestión de flotas. Muchas gracias.

Brasilia, 12 de agosto de 2025

 
 
 

Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
bottom of page